El sub-proyecto “La Educación Superior en
Venezuela”, de la Maestría Docencia Universitaria, de la Universidad Nacional
Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, Vicerectorado de
Producción Agrícola del estado Portuguesa (de aquí en adelante UNELLEZ-VPA),
está diseñado para hacer un acercamiento crítico al contexto en el que se
desenvuelve la Educación Superior en Venezuela. El punto es reconocer la misión
de la educación superior y proyectarla, en el marco del interés que hoy día
tiene las universidades como herramienta de acción para profundizar el proyecto
de país que está descrito en la Ley del Plan de la Patria (2013-2019), y en
documentos del Ministerio para el Poder Popular de la educación Universitaria,
Ciencia y Tecnología.
Obra de Belén Girard, 2014.
En un aspecto puntual, es un subproyecto que va
detallando el carácter de docencia, investigación y extensión, que domina el
espectro de la función universitaria, buscando encontrar coincidencias y divergencias,
que delimitan el alcance de la educación superior en una sociedad global más
competitiva y con nuevos perfiles profesionales debido a los adelantos
científicos y tecnológicos.
En cuanto a la administración del subproyecto,
este se encara desde una perspectiva socio-crítica, en la cual la postura
interpretativa y valorativa de los participantes constituye el fundamento
básico de la dinámica pedagógica. Por otra parte, es fundamental el aporte que
el participante dé a la cátedra (textos recientes sobre el tema, nuevas
teorías, estadísticas recientes, entre otras). Es un proceso activo de
enseñanza-aprendizaje, en el cual ha de sobresalir lo mejor de cada
participante en el alcance de los objetivos instruccionales del subproyecto.
Desde el punto de vista ontológico, es un
subproyecto para venir a enriquecer con conocimiento y saberes; la egolatría,
las cosas que dan valor ínfimo al ser humano, no las necesitamos. Queremos
investigadores profesionales humildes, sinceros, apegados a valores. Si
cumplimos este perfil, sin duda construiremos un peldaño importante en este
edificio de saberes que es la maestría en Docencia Universitaria.
En Venezuela hay también aportes teóricos en
razón de la visión de las universidades, pero son, como lo expresa en un ensayo
Gonzalo Aquiles Serna Alcántara, de la Universidad Autónoma
del Estado de Hidalgo, México, refiriéndose a la realidad mexicana en cuanto a
los estudios sobre educación superior, “harto difíciles”, debido al escaso
trabajo teórico acerca del tema, ya que la mayoría de los estudios sobre la educación
superior se concentran en planes o informes de actividades, ofertas de
servicios o ponderación de resultados. (Serba Alcántara, 2007, p.2) Lo mismo
ocurre en la realidad venezolana; sin embargo, encontramos en teóricos, más
bien crítico-reflexivos del pensamiento educativo, algunas aristas que tocan el
problema de fondo extensionista y que en su medida han abordado el papel de las
universidades en los últimos cincuenta años desde la perspectiva del vínculo
universidad-comunidad. Así se nos presentan: Luís Beltrán Prieto Figueroa
(1902-1993), Arturo Uslar Pietri (1906-2001), Alfonso Gándara Feijoo
(1929-1995) y Orlando Albornoz (1950 - ).
Luís Beltrán Prieto Figueroa, en un ensayo
escrito en la década del setenta, titulado El
Estado y la Educación en América Latina (1977), resume la experiencia de la
educación superior venezolana y la relaciona con sus postulados del educador como líder, destacando el papel
de las universidades en el futuro del país. Es uno de los primeros en avizorar
que el vínculo universidad-comunidad tenía que estar inmerso en un proyecto de
país, no de Gobierno; el Estado pertenece, parafraseando sus palabras, a todos
y debe tener una orientación que todos compartamos. Los Gobiernos son
personalizaciones de cómo guiar la orientación del Estado, pero no son el
Estado: el Estado somos todos. (Prieto Figueroa, cuarta reimpresión 2006, p.12)
En cuanto al papel de las universidades ante
los cambios y desarrollos tecnológicos de vanguardia, Prieto Figueroa
expresaba: “La Universidad para ser moderna, debe ponerse a tono con la época,
debe mudar, cambiar de modo de ser…” (Prieto Figueroa, 2006, p.209) Y esa
universidad que asumió una conducta conservadora durante la colonia se
convirtió en el siglo XX en una instancia crítica de la sociedad. Si bien es
cierto que tuvo grandes obstáculos (Gobiernos de Juan Vicente Gómez. 1908-1935;
y de Marcos Pérez Jiménez, 1952-1958), pudo resguardar su capital crítico y
generar desde él movimientos políticos y sociales que le dieron un nuevo
sentido a las relaciones humanas y de poder en Venezuela.
Obra de Pierre Adrien
La universidad asumió para sí los problemas del
desarrollo; expresó a través de sus académicos que se requería técnicos
especializados, personas científicamente capaz para intervenir en los procesos
de producción, distribución y consumo de riqueza. La investigación, nos dice
Prieto Figueroa (2006), tomó importancia y la vía expedita para dar a conocer
los resultados del avance científico y técnico, era a través de la programación
de actividades de extensión. Así comenzó, a finales de la década del sesenta,
una revisión del papel de las universidades en su aporte técnico a las
políticas de desarrollo del país. Al principio con pasos tenues, pequeñas
incursiones en la maraña burocrática, pero hubo la intención clara de prestar
un apoyo sostenido a las intenciones del Estado por involucrarse en la dinámica
mundial.
Esta visión que nos describe Prieto Figueroa
trajo una desfiguración del verdadero sentido del para qué estaban las
universidades; la preocupación no debería estar circunscrita a graduar doctores
o altos especialistas para contribuir con la política de desarrollo nacional,
sino crear en el estudiante una conciencia social, “…que lo lleve a estudiar
los problemas de la nación y a poner su voluntad entera en la mejor manera de
resolverlos…” (Prieto Figueroa, 2006, p. 217)
Es decir, las universidades están para modelar
un ciudadano (a) consciente de su responsabilidad social, en el dominio de un
conocimiento especializado o técnico; pero las universidades en este sentido
han descuidado su papel fundamental y han desviado sus intereses hacia la
mercantilización educativa, donde se pasa del “socio de aprendizaje” al “socio
de capital”. Prevalece lo económico-administrativo sobre lo político-social.
En este sentido Arturo Uslar Pietri es más
crítico. Asumió un cuestionamiento agudo a la Universidad venezolana a
comienzos de los ochenta. A su juicio la Universidad venezolana carece de
disciplina suficiente, tiene un bajo nivel de enseñanza y los docentes no están
comprometidos con su academia; se han creado centros de formación universitaria
improvisados, en donde la mercantilización de la educación tiene mayor
importancia que la formación de un profesional crítico y reflexivo. Así mismo,
aprecia que el papel de las universidades debería estar enmarcado en una
revisión de los saberes existentes para desde allí proponer nuevos saberes; en
este asunto radica el desarrollo. Un país que repite lo mismo de otro queda
para imitar y reproducir, por lo cual por mucho saber que tenga seguirá
dependiente de las ideas de otros; pero un país que produzca su matriz de
conocimiento y genere vanguardia en las diversas áreas del saber, por muy
minúsculo que sea territorial y demográficamente, es una potencia de desarrollo
incalculable. Ante esto se ha de ocupar el trabajo de las universidades, sin
descuidar los asuntos prioritarios que desde el conocimiento de la técnica
puedan dar respuesta inmediata al colectivo. Las universidades están para
prestar un servicio técnico de primera porque no sólo cuentan con la
pertinencia del saber, sino con la pedagogía para darse a entender y transferir
efectivamente los saberes. (Uslar Pietro, 1982, Pp.
71-72)
Pero esos saberes han de estar coordinados,
orientados por un proyecto de país que tome los insumos de conocimiento y los
transforme en beneficios, confort, mejor calidad de vida para el colectivo. Un
tratamiento al respecto se esforzó en darlo por varios años el pensamiento
reflexivo del jesuita Alfonso Gándara Feijoo. Este gallego-venezolano, dejó en
dos trabajos sucintos los fundamentos de una sociedad ideal en la cual a través
del vínculo universidad-comunidad se alcanzara un desarrollo consecuente con
los principios humanistas, contrarrestando los daños colaterales de un
capitalismo de estado incipiente.
Obra de Pierre Adrien
En “La sociedad autogestionada: un proyecto
liberador” (a1983) y “Del Derecho al Estado Social de Derecho” (b1983);
Gándara da forma a los diversos criterios con que ha sido encarada la sociedad,
en especial la sociedad latinoamericana y la que a él le tocó vivir y conocer,
la venezolana.
Es evidente, expresa Gándara, que estamos ante
una “era Global”; esta era está marcada por la dominación en el Saber, el Tener
y el Poder. En la mayoría de las sociedades las estructuras, organizaciones e
instituciones que no se involucren con el individualismo y sus consecuencias
materialistas de lucro y explotación, parecieran estar fuera del espiral
desarrollista. Por esta razón se hace imperioso reivindicar la condición
ontológica de los sujetos en la historia, en donde se aprecie la condición de
persona y no de individuo, puesto que la persona participa en la comunión de
las expectativas y necesidades del colectivo; y el individuo es sólo una cifra
fría en el inventario del capitalista. (Gándara Feijoo, a1983, p. 15)
A juicio de Gándara hay dos modelos de sociedad
que coexisten: uno, el modelo de Sociedad y de Estado, que vendría a ser la
herencia del mundo occidental, que se ha amparado en incursiones de
organización política de la sociedad que ha terminado en grandes fracasos, ya
sea bajo la propuesta de un capitalismo liberal como bajo la alternativa de un
socialismo de cuño soviético que no llenó las expectativas de las personas;
ninguna de estas experiencias han logrado implantar una democracia real que
“…implica necesariamente la participación activa, solidaria, responsable de
todos los ciudadanos en la vida económica, social y cultural en todos sus niveles”. (Gándara,
a1983, p.22)
Por otro lado, el modelo Revisionista que busca
readaptar los ideales liberales y socialistas a las realidades de los sistemas
políticos de corte democrático, es decir, construir desde el fundamento de la
democracia política instituciones y valores ciudadanos inspirados en la libre
empresa del liberalismo que trae consigo explotación y miseria; o instituciones
y valores ciudadanos socialistas que bajo la consigna de y una sociedad
igualitaria justifica la centralización
de poder y la influencia de grupos radicales en la conducción del Estado. Son
modelos complementarios que bajo la metodología del ensayo-error pretenden
organizar la sociedad, pero que no “…abordan con realismo y exigencia ética el
problema…de la naturaleza, estructura, funciones y modos de participación en el
poder social y político de los grupos intermedios…” (Gándara, a1983, p.23)
Estos grupos intermedios son instancias
democráticas que propician la construcción de una sociedad autogestionada, que
a juicio de Gándara es la que debería prevalecer en la realidad sociopolítica
latinoamericana. Esta sociedad con carácter de participación activa, es
democrática y humanista, por ende es igualitaria y propicia la emancipación de
los oprimidos. Busca la justicia, la equidad institucional; no es una sociedad,
expone Gándara, que manipule el colectivo, sino que lo concientiza.
¿Qué en la sociedad autogestionada propiciaría
los cambios necesarios? Las universidades; estos serían los centros de difusión
y organización de la sociedad a través de los diversos programas académicos que
allí se ejecutan, en especial la figura de la actividad extensionista como
vínculo directo de la universidad con las personas. En el caso venezolano, la
democracia de partido que existía para el momento de la redacción de los
trabajos de Gándara, hacia palidecer el modelo de sociedad autogestionada;
actualmente es aún una propuesta utópica, puesto que el modelo político
propuesto por el Gobierno vigente (desde 1998 hasta el presente) está inmerso
en una transformación del Estado, de una visión neoliberal-integracionista a
una socialista-humanista, que impone como condicionante criterios de control y
centralismo en la toma de decisiones. La sociedad autogestionada se vale de los
criterios de participación y federación para articular toda una propuesta
liberadora e “integralista” que haga posible un Estado Social de Derecho, y no
una modalidad de Estado ideologizado.
El Estado Social de Derecho, expresa Gándara
(b1983), para que sea auténtico y operativo, “…debe promover y garantizar una
verdadera democracia política, económica y social, que haga efectiva la
participación de los más en los bienes materiales y culturales de la
colectividad, y sirva de freno eficaz a las ambiciones y apetencias desmedidas
e insolidarias de los poderosos y privilegiados que son los menos… (p.89)
En este sentido ese Estado Social de Derecho
debería garantizar un sistema educativo que actúe como instrumento de promoción
humana e intelectual, capacitando a los hombres, y acá apreciamos el sentido
estratégico que cobra la extensión universitaria, para profundizar los caminos
democráticos y productivos del país. (Gándara, b1983, p.89)
Porque, y en este punto culmina uno de los
trabajos de Gándara (b1983), “…un Estado, un Gobierno que no es capaz de
atender y solucionar los problemas materiales y culturales de todos sus
ciudadanos, traiciona su propia naturaleza de Promotor del Bien Común e incluso
pierde su propia razón de ser y el fundamento de su legitimidad” (p.90).
La percepción de Gándara del extensionismo como
servicio y responsabilidad social de las universidades queda evidenciado en su
propuesta de una sociedad autogestionada, esto nos hace resaltar un elemento
común en los teóricos abordados: la necesidad de una sociedad democrática,
socialista o liberal, para llevar con pertinencia el vínculo
universidad-comunidad.
En este aspecto, y
quizás bajo un perfil más crítico, Orlando Albornoz ahonda el tema de las
universidades y el protagonismo de éstas en la sociedad global contemporánea. Albornoz
plantea, en relación a la universidad latinoamericana, que “…los problemas
esenciales corresponden a la necesidad de replantear las relaciones entre el
Estado y la institución, caso en el cual se responde a nuevas realidades en la
manifestación práctica de la educación superior…” (Albornoz, 2000, p. 14).
Esas nuevas realidades
las simplifica Albornoz en dos aspectos: la tendencia a un espacio mayor
ocupado en la educación superior por instituciones no universitarias; y el
surgimiento de una tendencia a la privatización del espectro universitario, en
donde el Estado acepta la tesis bajo la cual el antiguo patrón de la no
imposición de matrícula queda pospuesta en el debate y se acepta, al menos en
principio, que los aranceles de matrícula, entre otros elementos, son
indispensables para la necesaria recaudación de fondos (Albornoz, 2000, p. 14).
Esta mercantilización
de la educación superior, ha propiciado para Albornoz una exclusión desmedida
en la incorporación de nuevos actores de la sociedad a las fuentes de
conocimiento. Las universidades se han vuelto más complejas y su excesivo
vínculo con el Estado ha propiciado un aislamiento de la sociedad, lo cual
plantea la necesidad de un nuevo contrato social, en el cual el Estado funja
sólo de mediador entre el vínculo universidad-sociedad, y se concientice en
cuanto a que el proyecto de país involucra a todo el colectivo y no a un sector
de la sociedad.
Las relaciones
Universidad-Estado deberían pasar de acciones de control administrativo, a
acciones de evaluación, en donde se sustituya la relación basada en el
compromiso estatal de proporcionar aportes automáticos de recursos a las
instituciones, “…por una relación más diferenciada y compleja donde las instituciones
diversifican sus fuentes de ingreso y el Estado maneja las suyas en función de
objetivos y metas convenidos…” (Albornoz, 2000, p.15).
Para la búsqueda de esa
diversificación de ingresos por parte de las universidades, la extensión
universitaria funge de estructura y vía expedita en la consolidación de
actividades que promuevan la participación de la universidad en la comunidad y
a la vez de esa relación surjan beneficios mutuos que le permitan a las
instituciones superiores saldar el déficit presupuestario que les limita para
expandir su ámbito de acción académica y de investigación.
Ahora bien, a juicio de
Albornoz (2000), no hay que confundir el papel de las universidades en su
función de extensión; ellas tienen un carácter y fin ligado a la producción de
nuevo conocimiento y sus tareas de coordinación con las comunidades se han de
limitar a actividades puntuales en renglones técnicos, pero no ha de ser
asumida de forma corporativa o de empresa, para ello se ha de crear una nueva
idea de institución de educación superior que no incluya sólo a las
universidades, sino toda una gama de otras maneras de manejar y enfocar la
educación postsecundaria… “En esencia, una universidad se dedica al problema
del aprendizaje, no del entrenamiento; del conocimiento, no de la transferencia
de destrezas y habilidades. Las universidades no son corporaciones, ni
empresas, ni oportunidades de inversión, excepto en la visión mercantilista de
la misma. Es decir, una universidad es un servicio intelectual que no es necesariamente
rentable, financieramente hablando, no obstante se halle sujeta al control
público…” (p. 16).
En síntesis, las
visiones crítico-reflexivas de Luís Beltrán Prieto Figueroa, Arturo Uslar
Pietri, Alfonso Gándara Feijoo y Orlando Albornoz, conforman una ventada
particular de cómo se aprecia la esencia de las universidades, en especial las
venezolanas, y el rol que de alguna manera cumple la función extensionista. De
estas percepciones por la cual más nos inclinamos es la Albornoz, puesto que
toca en concreto la diatriba entre lo que es la actividad extensionista y el
papel de las universidades.
La denominada
“municipalización de las universidades”, en el contexto de la política
educativa universitaria vigente, ha querido a
“golpe y porrazo” crear condiciones de inclusión en los estudios
superiores. Apertura de nuevas carreras sin condiciones mínimas para operar
como programa académico, improvisación de aulas universitarias en Unidades
Educativas Nacionales confeccionadas para adolescentes y contratación de
personal docente sin cumplir requisitos de excelencia e idoneidad en las áreas
de conocimiento respectivas, son sólo elementos generales de un problema de
masificación de las oportunidades de estudio mal orientadas e impregnadas de
una connotada improvisación.
Así mismo, se ha
querido hacer ver a la actividad extensionista, confundiendo la responsabilidad
social de las universidades de dar un servicio intelectual a alumnos y grupos organizados
de la sociedad, como exponente de cursos y talleres para la formación en
habilidades y destrezas a grupos no profesionalizados. A las universidades hay que darle su lugar, su
particular pertinencia de ser poseedora de un conocimiento nuevo,
transformador.
Hasta este punto se ha explorado en
razón de la posición académica de quienes desde adentro de las universidades
han visto el papel de ésta y de un modo u otro, han presentado un punto de
vista acerca de la extensión universitaria. Pero se hace necesario enmarcar en
un criterio general de interpretación cómo está delimitada la extensión
universitaria en el contexto venezolano y qué elementos o componentes están
alrededor de ella, ya sea consolidándola o redefiniéndola ante cambios en la
responsabilidad social universitaria cada vez más radicales y complejos.
En la realidad universitaria
venezolana es necesario distinguir cuatro momentos de la actividad
extensionista: uno, que está implícito en la declaración de principios de cada
universidad y que define la intencionalidad conceptual y práctica de lo que se
entiende por extensión universitaria; otro que está caracterizado por la
posición normativa de la actividad extensionista y que tiene que ver con el
vínculo Universidad-Estado, manifestada a través de una política de acción que
no termina en germinar como una “política educativa extensionista” que a
nuestro entender ha de ser el fundamento real y concreto del trabajo de
extensión; un tercero que tiene que ver con las necesidades que tienen las
comunidades y cuyo nivel de satisfacción de las mismas está en la posibilidad
técnica e intelectual de las instituciones de Educación Superior; y el cuarto momento
tiene que ver co n actividades propiamente de la comunidad universitaria en el
vínculo Universidad-Sociedad, que responda a las comunidades cumpliendo una
acción social que eleve el sentido de pertenencia de la comunidad hacia sus
universidades.
La razón de ser de las universidades es la
generación de nuevos conocimiento; y ese conocimiento ha ido tomando su cauce
en razón de las revoluciones que han marcado la civilización humana. Desde
tiempos de la llagada de Colón a tierras de América, el proceso que más tomó
importancia en las relaciones sociales y de poder, fue el de transculturización.
Y este proceso no sólo modeló las costumbres y el lenguaje de nuestros
aborígenes, sino que les creo dependencia de objetos e instrumentos que para
entonces eran desconocidos para aquellas tribus primitivas. Fue el
enfrentamiento de dos civilizaciones y el triunfo de la más avanzada en razón
de tecnología. Por ello, las universidades han tomado como prioridad generar
nuevo conocimiento tecnológico y modernizar, entendiéndose este término como
reconocimiento de los últimos avances en un área o tipología del saber, a
efecto de desarrollar crecimiento y mejores condiciones de vida. En este
aspecto valga retrotraer algunas ideas de filósofos que entendieron la
importancia de la tecnología. Ahondando en los significados que la presentan como
asistencia especializada en la función extensionista.
El término que se aplica al proceso a través
del cual los seres humanos diseñan herramientas y máquinas para incrementar su
control y comprensión del entorno material, es lo que se conoce como tecnología.
Su significado proviene de las palabras griegas tecné, que significa
"arte" u "oficio", y logos, "conocimiento" o
"ciencia", "área de estudio"; por lo tanto, la tecnología
es el estudio o ciencia de los oficios. Algunos historiadores científicos argumentan
que la tecnología no es sólo condición esencial para la civilización avanzada y
muchas veces industrial, sino que también la velocidad de cambio tecnológico ha
desarrollado su propio ímpetu en los últimos siglos. Las innovaciones parecen
surgir a un ritmo que se incrementa en progresión geométrica, sin tener en
cuenta los límites geográficos ni los sistemas políticos. Estas innovaciones
tienden a transformar los sistemas de cultura tradicionales, produciéndose con
frecuencia consecuencias sociales inesperadas. Por ello la tecnología debe
concebirse como un proceso creativo y destructivo a la vez.
Para el filósofo español José Ortega y Gasset
(1965) el animal siente hambre, pero al tener como vitalidad sus instintos, no
piensa en cómo satisfacerla sino en cómo eliminarla; en cambio el hombre busca
alternativas para satisfacerla no sólo en el momento, sino pensando en la
necesidad que vendrá al paso del tiempo de la saciada. El animal no puede
retirarse de su repertorio de actos naturales, no está en su condición de ser
vivo trascender más allá de su naturaleza, pero el hombre, que ve su momento de
vida como circunstancia y no como permanencia, busca salidas por encima de esos
actos naturales y recrea su acción sobrenatural construyendo alternativas de
otros actos: una casa, el cultivo de alimentos, la caza, armas, o el automóvil.
Esos actos humanizados presuponen y llevan, en sí la invención de un
procedimiento que nos permite, dentro de ciertos límites, obtener con
seguridad, a nuestro antojo y conveniencia, lo que hay en la naturaleza, pero
que necesitamos. De donde resulta que estos actos modifican o reforman la
circunstancia o naturaleza, logrando que en ella haya lo que no hay –sea que no
lo hay aquí ahora cuando se necesita, sea que en absoluto no lo hay- . Pues
bien: éstos son los actos técnicos, específicos del hombre. El conjunto de
ellos es la técnica, que podemos, desde luego, definir como la reforma que el
hombre impone a la naturaleza en vista de la satisfacción de sus necesidades (p.24).
Ortega define la técnica no como lo que el
hombre hace para satisfacer sus necesidades, sino como la reforma de la
naturaleza, de esa naturaleza que hace de los hombres necesitados y
menesterosos, quedando las necesidades relegadas por el problema de su satisfacción.
En el mismo sentido expresa Ortega: "La técnica es lo contrario de la
adaptación del sujeto al medio, puesto que es la adaptación del medio al
sujeto…" (p.26)
Ahora bien, podríamos preguntarnos: ¿se está
definiendo tecnología como técnica? ¿Son acaso lo mismo? No se podría decir que
son lo mismo, puesto que el radio de acción de la tecnología es diferente al de
la técnica y viceversa, pero en el plano epistemológico se hace referencia al
instinto de innovación y cambio que el hombre imprime en su relación con la
naturaleza y la sociedad. La tecnología es la creación y uso de utensilios para
dominar la naturaleza, la técnica es el motivo que origina la creación y uso de
esos utensilios. Es decir, están ligados en significado de uso y costumbre, aunque
tengan en determinados momentos bifurcaciones diferentes. Aunque si vamos a
jerarquías analíticas primero fue el germen de la técnica y luego, en ese
proceso de masificación propio de las acciones humanas, surgió la tecnología
como síntesis de toda la evolución de esa técnica que en un principio fue
inspiración y razón humana de diferenciación.
En este sentido, podemos definir la tecnología
como el conjunto de herramientas hechas por el hombre, como los medios
eficientes para un fin, o como el conjunto de artefactos materiales. Pero la
tecnología también contiene prácticas instrumentales, como la creación,
fabricación y uso de los medios y las máquinas; incluye el conjunto material y
no-material de hechos técnicos; está íntimamente conectada con las necesidades
institucionalizadas y los fines previstos a los cuales las tecnologías sirven.
Cuando los autores incluyen un amplio rango de aspectos en sus perspectivas
sobre la tecnología, piensan a lo largo de líneas de una vieja y bien
establecida tradición. Desde los tiempos de Aristóteles, la tecnología está
constituida por cuatro elementos: materia, forma, fin y acción eficiente.
La tecnología es una actividad socialmente
organizada, planificada que persigue objetivos conscientemente elegidos y de
características esencialmente prácticas. No sólo invade toda la actividad
industrial, sino también participa profundamente en cualquier tipo de actividad
humana, en todos los campos de actuación. El hombre, moderno utiliza en su
comportamiento cotidiano y casi sin percibirlo una inmensa avalancha de
contribuciones de la tecnología: el automóvil, el reloj, el teléfono, las
comunicaciones, entre otros.
La tecnología puede ser considerada, en
acepción de Friedrich Rapp (1981), desde
dos ángulos diferentes: como una variable ambiental y externa y como una
variable organizacional e interna: La Tecnología como Variable Ambiental es un
componente del medio ambiente, en la medida en que las empresas adquieren,
incorporan y absorben las tecnología creadas y desarrolladas por las otras
empresas de su ambiente de tarea en sus sistemas; y La Tecnología como Variable
Organizacional es un componente organizacional en la medida en que hace parte
del sistema interno de la organización, ya incorporada a él, influenciándolo poderosamente,
y con esto, influenciando también su ambiente de tarea.
Rapp, establece que los actos humanos que han
hecho posible el avance de la técnica, se debe al "acto del conocer".
La invención conocida es una combinación de elementos materiales que persigue
mostrar determinadas técnicas que coinciden con necesidades humanas. "El
hombre, al traducir el ser potencial de formaciones técnicas ya dadas de
antemano, actúa como una continuación de la Creación; en la creación técnica,
Dios se sirve del hombre para continuar su Creación…" (1971, p.11).
Es irónico observar como cada descubrimiento
que beneficia al hombre y hace que avance unos 100 años más en el conocimiento
acerca de su mundo, dé como resultado la destrucción de miles de años de
trabajo realizado por la naturaleza en tan solo unos años; nos referimos con
ello a los grandes desastres que han atormentado la naturaleza. La
contaminación con plaguicidas, los derrames de petróleo en el mar, los peligros
de la radiación nuclear y los incendios forestales que amenazan a los
ecosistemas de la Tierra. Es esencial para la defensa de la vida en el planeta
que se difundan y analicen los errores que han llevado a situaciones de grave
daño ecológico.
Las edades en las cuales el Hombre ha vivido se
han denominado por los materiales que él preferentemente ha usado: piedra,
bronce, hierro. Hoy no estamos en la era de un solo material, es la época de un
inmenso rango de materiales. Nunca ha existido una época en la cual la
evolución de los materiales fuese tan rápida y el rango de sus propiedades más
variado. Una de las razones de la evolución técnica e industrial de los países
desarrollados es que, cuando fue preciso, la industria encontró entre los
materiales existentes, las propiedades necesarias para prestaciones extremas.
Ante esta situación valga hacer una
identificación de los factores que han influenciado sobre la industria
desarrollada: Necesidad de economizar energía; Urgencia de conservar el medio
ambiente; Conveniencia de disminuir el consumo de materiales estratégicos; y
Necesidad de aumentar su competitividad en los mercados.
Se ha de consideran materiales estratégicos
aquellos que reúnen las siguientes características: No se producen, o al menos,
no se obtienen en cantidades suficientes; Son esenciales para la producción
industrial; Tienen pocos o ningún otro sustituto, y su reciclaje es difícil; y
La producción está concentrada en un número restringido de terceros países. Lo
expresado en las líneas anteriores es un acercamiento al tema tecnológico desde
el punto de vista socio-institucional, término que se acuñara en una
investigación acerca del tema y que
tuviera como apoyo la orientación de Alexis Mercado, uno de los más reconocidos
estudiosos del área en Latinoamérica.
Ahora bien: ¿cómo entender, desde el ámbito
extensionista, la generación de tecnología alternativa? Sin duda es un enfoque
más político que institucional; porque una de las directrices de la actual
gestión de Gobierno en Venezuela es la de un desarrollo endógeno, sostenible y
ecológico. Entendiéndose por desarrollo endógeno aquello que pueda ser
acometido desde el carácter técnico y humano, por una comunidad, para mejorar
las condiciones de existencia en términos integrales (Mas Herrera, 2005, p.51).
Y como orientación sostenible y ecológica, la búsqueda de confort pero en
ambiente controlado que disminuya el impacto ambiental y que permita hacer frente a las necesidades
del presente sin poner en peligro la capacidad de futuras generaciones para
satisfacer las necesidades del colectivo.
En este aspecto la función de la universidad
cumple como acción prestar asistencia técnica a las comunidades para que
conjuntamente con los docentes e investigadores, se busquen opciones para ir
desprendiéndonos de la dependencia impuesta por el monopolio comercial de los
países desarrollados.
A tal efecto, y entrando en el área educativa,
está el llamado software libre que no es más que el control sobre el código
fuente de un programa o sistema informático determinado que puede ser abaratado
y difundido masivamente, abriendo posibilidades para la investigación
etnográfica o sociológica, sin el alto costo de los paquetes informáticos. Otro
ejemplo alegórico a la tecnología alternativa que pudiera promover la función
extensión, es el que tiene que ver con la sustitución del petróleo como
principal fuente de energía. Como bien conocemos el petróleo es un producto
natural no renovable y que en determinado momento habrá sido consumido en su
totalidad, por lo cual los países que cuentan con este recurso, como Venezuela,
lejos de invertir para evitar que se produzcan sustitutos energéticos del
petróleo, ha de promover la investigación de fuentes alternativas de energía
para asegurar a las futuras generaciones de otros medios energéticos que
permitan el desarrollo de la civilización humana.
Siguiendo el sentido de las ideas
anteriores podemos establecer que lo tecnológico juega un rol preponderante en
las responsabilidades de atención y apoyo que las universidades deban prestar a
las comunidades. La materialización de este accionar de apoyo lo hace la
función extensión a través de la planificación estratégica y la elaboración de
proyectos, que sirven de vía expedita para difundir los avances tecnológicos y
por ende la integración de las comunidades en dichos avances.
Un
aspecto que está relacionado con la asistencia técnica de la función
extensión es la elaboración de proyectos construidos para ser aplicados en
problemas puntuales de las comunidades; estos proyectos que elaboran alumnos y
profesores, conocidos como proyectos factibles, representan un importante
insumo para los organismos gubernamentales; es por esta razón que en esa visión
de la universidad en su relación con el Estado, priva actualmente la necesidad
de incorporar estos puntos de vista técnicos que permitirían, integrándose en
una acción conjunta con las instancias municipales y locales de gobierno, dar
respuestas oportunas y eficientes a los problemas que afecta o inciden sobre el
colectivo.
En cuanto al Sistema Educativo
Venezolano, desde la década de los ochenta, fue implementando políticas
educativas que fortalecieran las Escuelas Granjas o Técnicas, en las cuales a
los alumnos no sólo se les enseñaba el conocimiento universal, sino un arte u
oficio que les adiestrara en habilidades y destrezas propias de su entorno de
origen. Así los estudiantes de regiones como la llanera, eran preparados en
oficios propios del agro y la cría; los de regiones centrales, en el manejo de
instrumentos industriales, como el soldador de metal, el manejo del hierro,
entre otros; actualmente, y luego de un tiempo sustancial de letargo de estas
Escuelas Industriales, ha vuelto al tapete su pertinencia en una sociedad cada
vez más necesitada de mano de obra calificada para la industria y la
agricultura.
En este sentido hoy la educación en
Venezuela propone los Liceos Bolivarianos, instituciones que consideran el
trabajo como compromiso social, desarrollo integral y bien común colectivo; en
el cual se amerita la orientación técnica de las universidades para elevar el
conocimiento y la producción de recurso humano en sintonía con los avances
tecnológicos modernos.
En una palabra, se trata de que la
función extensión sea un instrumento de difusión y asesoramiento para los
educandos que luego se integraran al sistema educación superior con un
conocimiento de entrada aceptable en la temporalidad y en las exigencias del
entorno social. Si hay algo que
prevalece en la crítica al sistema de educación superior que desde el 2000
inició un proceso franco de apertura y masificación, es la subestimación de la
capacidad de investigación y docencia, por el hecho de no producirse en estas
funciones nada palpable que repercuta en beneficios del colectivo. Y el
problema que se ha presentado en tal aspecto obedece más a la ausencia de una
política de difusión y extensión que conjugue las funciones de las
universidades para orientar sus acciones hacia metas de desarrollo social,
cultural, político y económico. Hace falta integrar las tres funciones de la
universidad; hay un distanciamiento en sus objetivos y finalidades, puesto que
se ha apreciado que el interés de las comunidades ha sido participar en la
programación cultural y recreativa de las instituciones de educación superior,
ante la falta de un mecanismo dialógico que integre a la comunidad con la
docencia e investigación.
Para ahondar en el punto y tomando
elementos teóricos del pensamiento de Bourdieu, identificaremos el capital
simbólico inmerso en las funciones investigación y docencia, así como su
desenvolvimiento en el espacio social y las variables que determinan la
violencia simbólica, obstáculo en la valoración de los hechos sociales que
inciden en el acto pedagógico y por ende en el distancia de éste de cualquier
vínculo con la función extensión.
La investigación constituye la vía
para la obtención de nuevo conocimiento. En el marco de las universidades
venezolanas esta función la cumplen a través del personal docente y en algunos
casos, personal adscrito, a título de investigador, a centros de estudio
creados exclusivamente para la generación de conocimiento. Un ejemplo de esto
es el Centro de Estudios para el Desarrollo (CENDES), ubicado en Caracas, que
está adscrito a la Universidad Central de Venezuela.
En tal sentido las universidades han
creado canales expeditos para la orientación del proceso de investigación,
aunque no han puesto igual interés es en la formación de investigadores. En un
extenso trabajo de campo, de Jacqueline Hurtado de Barrera (2000), titulado
“Retos y alternativas en formación de investigadores”, se explora esta función
y se llega a la conclusión de que si bien en las universidades nacionales se cuenta
con programas orientados a la formación de profesionales de alto nivel, no
contienen las orientaciones epistémicos, los contenidos metodológicos ni la
configuración curricular necesaria para formar investigadores-metodólogos
capaces de hacer ciencia de la ciencia y de formar a otros investigadores,
aunque es posible que puedan proporcionar una base investigativa de apoyo a la
labor profesional de los egresados (p.245).
Aunado a esto, agrega Hurtado de
Barrera (2000), los docentes de metodología de la investigación, no tienen una
formación óptima en la aplicación de metodologías cuantitativas y/o
cualitativas, toda vez que desconocen su posición
paradigmática-ontoepistemológica. La mayor debilidad está en la praxis de los
procesos de investigación, no tienen experticia, desconocen la proporción real
de sus eventos de estudio.
Otra debilidad que tiene el
docente-investigador, es que su dominio cognoscitivo está circunscrito a las
primeras fases del proceso de investigación, teniendo gran dificultad en los
pasos avanzados que exigen control y determinación de la confiabilidad y
validez del estudio, lo que lo hace un conocedor superficial de la
investigación, así como dependiente del conocimiento externo en el área que
está contextualizando, limitando sus acciones independientes que le permitirían
crear y/o adaptar nuevas estrategias metodológicas que enriquezcan el trabajo
de investigación. (Hurtado de Barrera, 2000, Pp.246-247).
En un sentido general, las
universidades nacionales en Venezuela han enfocado su política de investigación
hacia el estudio de la problemática del desarrollo integral regional y
nacional, en todos los ámbitos del conocimiento. El espíritu de universidades como
la UNELLEZ, la UNESR, la Universidad Central de Venezuela, la UPEL, entre las
más destacadas; se deja ver en sus documentos y resoluciones, es planificar y
diseñar actividades de indagación que brinden alternativas factibles para
responder a las necesidades de la sociedad. La gran paradoja en esta
intencionalidad, es que la relación universidad-Estado no ha pasado de ser, en
el lenguaje coloquial, “un saludo a la bandera”; se firman convenios,
intensiones, pero en la práctica no se articulan estrategias para incluir en
los planes de gobierno la consideración de valerse de los trabajos que producen
las universidades para focalizar soluciones a corto, mediano y largo plazo. Las
investigaciones, en su gran mayoría (lo confirma estudios estadísticos de la Fundación
Sypal de 1999), pernotan en los anaqueles de las universidades, entre el “polvo
y el olvido”.
Obra de Pierre Adrien
En un esfuerzo por simplificar las
políticas de investigación que caracterizan la normativa interna de las
universidades venezolanas, identificamos cinco (5) líneas estratégicas
puntuales:
1.-
La vinculación de la investigación con los obstáculos de conocimiento en el
marco de la docencia se presentan y con la vinculación con la problemática de
la sociedad en lo referente a búsqueda de vías factibles para un desarrollo
integral. Es decir, producir nuevo conocimiento para dotar a la docencia de
fundamentos objetivos y contextualizados en la ejecutoria del acto pedagógico;
e integrarse a los planes y proyectos del Estado para contribuir al desarrollo
integral del país.
2.-
Establecer un enfoque multidisciplinario de la investigación. Esto implica no
sólo crear condiciones en los investigadores-docentes para la producción de
nuevo conocimiento, sino involucrar a estudiantes y personal afín a las áreas
de discernimiento académico, a efecto de darle forma a criterios
interpretativos y comprensivos de la realidad, que no tenga un único enfoque,
sino que pueda ser orientado y allanado desde las diversas tendencias del
pensamiento.
3.-
La educación permanente para los investigadores es una estrategia que aparece
no sólo en el marco de la normativa de universidades nacionales, sino en la
declaración de principios de universidades latinoamericanas y europeas; la
necesidad de prever de recursos técnicos y financieros a la actividad de
investigación pasa por perfeccionar el recurso humano de las universidades.
Aunque en este sentido, hay voces críticas como la de Hurtado de Barrera
(2000), quien expresa que esa formación continua no es del todo completa; dado
que en “…Venezuela realmente no existe opciones para la formación de
investigadores-metodólogos, dentro de un enfoque amplio, transdisciplinario y
actualizado, que trascienda la concepción paradigmática de la investigación y
se plantee el proceso investigativo como objeto de estudio y de indagación a
partir de una reflexión científica, crítica y creativa sobre los supuestos
epistémicos de la ciencia”. (p. 171)
4.-
La vinculación de la investigación con los planes y programas de Ciencia y
Tecnología. En este sentido, las universidades han avanzado en alianzas
estratégicas con universidades internacionales y en el país con el CONICIT,
buscando la promoción de equipos multidisciplinarios intra y extra
institucionales que prioricen estudios en el ámbito de nueva tecnología,
especialmente, tecnología alternativa, la cual amplié el mercado de
ofertas de servicio o de producto, para
minimizar la dependencia y monopolio del capitalismo global sobre determinadas
áreas del conocimiento.
5.-
La vinculación de la investigación con la docencia y la extensión, a efecto de
crear mecanismos de divulgación de los resultados de las investigaciones, no
sólo con el interés de alcanzar llevarlos a las comunidades para la
satisfacción de alguna que otra necesidad, sino para someterlo a la revisión
del colectivo académico nacional e internacional y poder contar con criterios
idóneos que perfeccionen los alcances de los estudios. Sólo confrontando
procesos y resultados, estaremos asegurando investigaciones con estándares de
confiabilidad y validez, aceptables. La sociedad actual es competitiva en los
avances científico-tecnológicos, por lo cual para llegar a ella y contribuir
con su desarrollo, es preciso contar con los respaldos de excelencia y
reconocimiento de la comunidad científica mundial.
En la Ley de universidades, en la Sección IV,
referente a las Facultades, el Artículo 47 expresa: “La Universidad realiza sus
funciones docentes y de investigación a través del conjunto de sus Facultades.
Por su especial naturaleza a cada Facultad corresponde enseñar e investigar una
rama particular de la Ciencia o de la Cultura, pero todas se integran en la
unidad de la Universidad y deben cumplir los supremos fines de esta…” En este
mandato de ley no hay ni un ápice de letra que se refiera al carácter
estratégico que debería tener la función docencia, incluyendo la de
investigación, por lo cual deja un vacío que ha intentado ser llenado sin mucho
éxito. Porque la universidad si bien tiene como función ser rectora en la
educación, la cultura y la ciencia, tiene a la vez como responsabilidad el
crear mecanismos de acción para que cada función interactuara entre sí, y a la
vez se proyecte hacia las comunidades.
En este sentido, especificando lo referente a
la función docencia, Tejada Fernández (2001), describe tres niveles de contexto
en los que debería estar inmersa dicha función para canalizar con efectividad
su rol social: a) Contexto Sociocultural, donde el papel de la acción docente
se concreta en la transmisión de una serie de valores, conocimientos y formas
de actuar que se consideran fundamentales para la conservación de la cultura;
b) contexto institucional, que representa la influencia directa de la cultura
organizacional y el clima institucional sobre las acciones docentes. Por tal
motivo, este contexto ha de ser allanado en la normativa a fin de que brinde al
docente instrumentos de apoyo que le permitan equilibrar sus responsabilidades en
el marco de las acciones académicas; y el contexto instructivo, en donde la
función docente ha de delinear vías expeditas que proyecten el conocimiento de
acuerdo a lo establecido en las unidades programáticas pero asumiendo el
contenido como un insumo para la reflexión crítica y no el cultivo de la visión
encajada de ideologías o premisas aprendidas.
En síntesis, la funciones investigación y
docencia tienen un radio de acción determinado en las universidades
venezolanas; el sentido y conexión que han de experimentar con la comunidad aún
no está del todo normado y definido. Hay intencionalidad, vestigios de un
interés en las estrategias del Estado para popularizar los estudios superiores.
La función extensión ha aparecido relacionada con los aspectos inter-institucionales
de la universidad, interviniendo en lo extra-institucional para acciones
puntuales en asistencia técnica y en planificación de cursos o actividades
especiales, direccionalizadas hacia el rol de difusión cultural que es el
calificativo con que más se ha presentado en su relación con la comunidad.
Si hay un conectivo real entre Investigación y
Docencia, con extensión, este tiene que ver con la difusión de aquellas dos
funciones hacia la comunidad científica y la sociedad. Una actividad de difusión
que no termina de coordinar los elementos comunicantes que relacionan como un
todo a las tres funciones, porque al mencionar que entre Investigación,
Docencia y Extensión, ha de existir un vínculo, éste tiene que partir desde las
bases de cada función y no desde productos o procesos que devienen de ellas. Es
decir, ha de existir una razón fundamentada en los principios de acción de las
funciones para poder identificar elementos concomitantes que repercutan en
beneficios de la comunidad.
En el año 2002, en Alicante-España, los
vicerrectores y responsables de extensión de las universidades españolas, se
reunieron en el denominado Congreso Rafael Altamira, para impulsar la función
extensión no sólo hacia sus universidades, sino hacia todas las instituciones
de educación superior que mantenían, y mantienen, vía convenios, relaciones con
estas casas de estudio españolas.
En resumen, la declaración expresa en cinco
puntos los caminos necesarios para
relacionar la extensión con la Investigación y Docencia: 1.- La
extensión universitaria tiene como una de las misiones fundamentales la de
erigirse en promotor de la creación y difusión del pensamiento crítico y del
fomento de la comunidad universitaria y la sociedad en su conjunto; 2.- La
extensión a de dar respuesta a las necesidades de su entorno, así como
detectar, diagnosticar y contribuir a la solución de los problemas planteados
en la sociedades contemporáneas; 3.- Las universidades han de constituir una
red de acción que unifique criterios en razón de la extensión; 4.- La necesidad
urgente de que las universidades normen los contenidos de la extensión
universitaria, en este sentido se trata de reasignar a las funciones su misión,
en razón de una visión en conjunto; y 5.- Los firmantes de la Declaración de
Alicante constituyen una Comisión Permanente de Vicerrectorados de extensión
universitaria, para promover objetivos de coordinación y trabajo entre las
distintas universidades, así como iniciativas que pudieran ser de interés
común.
Estos argumentos muestran el interés
internacional por brindarle a la función extensión su lugar en el ámbito de la
relación investigación-docencia; una de las instituciones venezolanas que se ha
hecho eco de estas reflexiones en torno a la extensión en los últimos congresos
y jornadas, ha sido la Universidad de Carabobo, la cual en su portal web
oficial asigna a la función extensión el desarrollo y fomento de planes y
programas de extensión que se establezcan en la Facultades; basta recordar lo
expresado en el artículo 47 de la Ley de Universidades, de que la universidad
realiza sus funciones docentes y de investigación a través del conjunto de sus
Facultades, por lo cual el mandato de norma interna de la Universidad de
Carabobo nos indica que en cada Facultad hay la disposición de generar acciones
de extensión relacionadas con los roles particulares de Investigación y
Docencia, en esos espacios concretos de formación.
En una palabra, citando el documento sin fecha
“Estrategias para la búsqueda de visión compartida en materia de
responsabilidad social universitaria”, realizado por Jeannette Blanco de
Méndez, del Núcleo de Autoridades de Extensión de las Universidades
Venezolanas, las funciones de Investigación y Docencia, están integradas en las
discusiones acerca del tema extensionista, a la orientación comunitaria que ha
de ser la característica de la función extensión, no se trata de apreciar el
compromiso social como actividades esporádicas que atiendan necesidades del
colectivo, sino de que ese compromiso parta de una política de extensión
unificada y enmarcada en estrategias de acción donde el común sea la visión
compartida; y entorno a que las
universidades se transformen en formadoras de profesionales con conciencia
social a través del servicio comunitario, tomando como protagonistas a
estudiantes y profesores, a efecto de cubrir las necesidades reales de las
comunidades, planificando en forma integrada con el currículum respuestas
concretas que mejoren la calidad de vida y sea a su vez expresión de calidad de
contenidos para el aprendizaje.
Si profundizamos la relación de la
investigación-docencia-extensión, como un conjunto que responde al interés de
la universidad de orientar en educación, cultura y ciencia, distinguimos
conexiones de respaldo entre una función y otra. Cada función mantiene su
autonomía y especificidad, lo cual no es suficiente para la consecución de
metas académicas.
La Docencia se estructura en razón
de planes de estudio, en horas teórico-prácticas de aprendizaje, en trabajo de
campo que implica relacionarse con las miembros de las comunidades
(estudiantes), produciendo educandos formados y en cierta medida, con una
conciencia social entorno a los problemas más sensibles que aquejan a la
sociedad.
La Investigación por su parte se
mide en razón de los números de proyectos presentados a consideración de los
comités académicos respectivos de cada Facultad; así como al número de
investigadores y al nivel de confiabilidad y validez que esos investigadores
dan a sus estudios.
La Extensión, como ya se ha dicho
con bastante pertinencia en anteriores párrafos, orienta sus actividades a la
acción social, la asistencia técnica y a la planificación de programas de
formación permanente para egresados, docentes y profesionales en general. Estos
programas de formación son conocidos como cursos de ampliación de conocimiento
y se han vuelto muy populares sobre todo en la comunidad de aspirantes a
post-grados que ven en esta modalidad una vía para ir sumando méritos y lograr
entrar a formar parte de la membresía de los estudiantes de cuarto nivel.
En este sentido las atribuciones de
las funciones universitarias convergen en el mapa organizacional en lo que a
responsabilidad social se refiere; para cumplir esta responsabilidad, la
universidad requiere el concurso de todas las funciones, siendo el hilo
conductor el trabajo en las comunidades. La Docencia se integra a un trabajo
comunitario en el cual funge de vínculo directo para la recolección de
información y para la orientación científico-social del interés investigativo
que lleva a la universidad a la comunidad.
La investigación por su parte aborda
la confección metodológica de proyectos cuya línea de estudio contenga
problemáticas propias del entorno social. Esta situación ha motivado la
utilización de la modalidad Proyecto Factible como mecanismo idóneo para el
tratamiento de dichos problemas, los cuales requieren soluciones estratégicas a
corto y mediano plazo.
La extensión concentra sus tres
acciones, asistencia técnica-acción social-educación continua, en difundir los
productos de la investigación y docencia, tanto en las comunidades que serían
beneficiadas directamente con el trabajo comunitario, como con el colectivo
general, a efecto de proyectar el papel de la universidad y mostrar sus
bondades en su relación con la sociedad.
En el marco de estas observaciones se
distingue un ambiente Intra-institucional, donde la universidad coordina las
actividades de las tres funciones en su rol de protagonistas y portadora de un
conocimiento técnico expedito para el logro de soluciones prácticas que
beneficien a la comunidad; y otro ambiente Extra-institucional en el cual la
universidad funge como instancia asesora, productora de nuevo conocimiento que
se vincula con la institucionalidad de la sociedad y el Estado.
Información general a
tratar en el subproyecto Educación Superior en Venezuela
Justificación
La educación superior debe recuperar su papel relevante en la
sociedad, generando a través, del
análisis, la visión compartida y el trabajo en equipo, los cambios tanto en el
trabajo de aula, como a nivel de fundamentos teóricos, fines, funciones, visión
y misión de un proceso educativo que
debe ser renovado periódicamente basados
en los
nuevos enfoques educativos.
Existe la necesidad de realizar importantes ajustes que den eficientes
respuestas académicas, científicas, sociales, tecnológicas y económicas al
país.
Propósito
Abrir
espacios de discusión participantes-docentes, en los cuales se formulen alternativas
que fundamenten la calidad del sistema educativo superior desde una perspectiva
a tono con las necesidades y planteamientos sociales, políticos, jurídicos,
cultural y otros campos que tienen que ver con la organización social.
OBJETIVOS
|
CONTENIDOS
|
ESTRATEGIAS DE
ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE
|
ESTRATEGIAS DE
EVALUACIÓN
|
Analizar el papel de las instituciones de educación
superior en Venezuela en el desarrollo
del país
-Destacar la importancia
de los sistemas multidisciplinarios, interdisciplinarios y transdisciplinarios
en la educación superior venezolana para la productividad.
-Revisar y analizar
la estructura legislativa vigente en materia de educación superior
venezolana.
|
-Las instituciones de
educación superior en Venezuela y los aportes al desarrollo económico,
tecnológico, científico y social.
-Sistema
multidisciplinario, interdisciplinario y transdisciplinario en la educación superior
-Estructura
legislativa vigente en materia de educación superior venezolana
|
-Lectura para el
análisis y la reflexión
-Discusión por grupos
de trabajo.
-Discusión grupal
|
-Planificar
actividades por equipo, como Foros, Simposios y Mesas Redondas para la
discusión y análisis sobre el papel de
las Instituciones Superiores en Venezuela
-Elaboración de resumen sistematizado de la actividad
-Generar
propuestas de cambios respecto a la
estructura legislativa
-Presentación de
trabajo escrito.
|
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