jueves, 30 de abril de 2015

Entrevista a JULIO CORTAZAR: la vigencia de lo moderno




Julio Cortázar

Julio Cortázar

Julio Cortázar en 1967. Fotografía de Sara Facio.
Nombre de nacimientoJulio Florencio Cortáza
Nacimiento26 de agosto de 1914
IxellesBruselas-Capital,Bélgica
Fallecimiento12 de febrero de 1984
(69 años)
ParísFrancia
Causa de muerteLeucemia
NacionalidadBandera de Argentina argentina
Bandera de Francia francesa
Alma máterUniversidad de Buenos Aires
Ocupaciónescritorprofesortraductor
Años activosiglo XX
SeudónimoJulio Denis
Lengua de producción literariaespañol
Lengua maternaespañol
Géneronovelacuentopoesíaprosa poética y microrrelato
Movimientossurrealismo
Obras notablesRayuela
CónyugeAurora Bernárdez (1953-1967)
Ugné Karvelis (1967-1970)
Carol Dunlop (1970 -1982)
PremiosPremio Médicis Etranger (1974)
Premio Konex de Honor (1984).


[Fuente:Wikipedia]


Fue un escritor, traductor e intelectual de nacionalidad argentina y francesa nacido en Bélgica. Optó por la nacionalidad francesa en 1981, en protesta contra el gobierno militar argentino.

Se lo considera uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal. Debido a que los contenidos de su obra transitan en la frontera entre lo real y lo fantástico, suele ser puesto en relación con el realismo mágico e incluso con el subrrealismo.

Vivió casi toda su vida en Argentina y buena parte en Europa. Residió en Italia, España, Suiza y París, ciudad donde se estableció en 1951 y en la que ambientó algunas de sus obras.

Además de su obra como escritor, fue también un reconocido traductor, oficio que desempeñó, entre otros, para la Unesco.

Ver este video nos lleva a la plenitud del siglo XX; es importante identificar el contexto, valorar las ideas en las cuales Cortázar refleja su visión de mundo y su concepción del conocimiento. La TAREA de esta actividad es un ensayo de una página, individual, en el cual cada uno de ustedes presente su postura en cuanto a las ideas expresadas por este genial escritor.

viernes, 24 de abril de 2015

MATURANA y la Belleza




Entrevista a Humberto Maturana sobre la nueva belleza; el biólogo y epistemólogo chileno, Premio Nacional de Ciencias, ha venido desarrollando durante décadas  el concepto de autopoiesis, el que da cuenta de la organización se autoreproduce y se transforma así misma. De este video, elaboren un mapa conceptual. Pero sobre todo, reflexionen...

PERFIL DEL BUEN DOCENTE UNIVERSITARIO



Por: Enrique Neira





Dibujo tinta china, de Eduardo Azócar, 1992.

(Conozco al profesor Neira desde hace muchos años; fue mi mentor,  es mi amigo, mi estímulo. Estas ideas, que escribió hace ya algún tiempo y que maticé para adecuarla a nuestro espacio virtual, describe la esencia del papel del docente universitario. Un ser que no explora, que no es curioso, que no indaga; no puede enseñar nada y menos dialogar con la comunidad donde habita acerca de los temas que como docente le competen. Lamento que aún pululen en nuestras universidades seres así, sin vocación ni talento; simplemente revestidos de la necesidad de un cargo, de una dirección o un programa, para sentirse útiles y lo peor, para sentirse seres humanos. El docente universitario le basta con llamarse guía, amigo, facilitador, multiplicador, motivador, entre otras; para ser legitimado como un ser valioso. Yo sé que eso es posible porque me educaron gente así: gente humilde, crítica, defensora hasta las entrañas de sus ideas y pensamientos. En lo profundo de mi ser, espero que cada uno de ustedes se transforme en esos multiplicadores de un docente universitario humano, demasiado humano, en términos del sabio alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche, 1844 –1900)...



Una institución universitaria es, en gran parte, lo que sean sus directivos y sus profesores. Pero ni unos ni otros se encuentran en estado "puro" o ideal; s
e hacen y se seleccionan en un proceso lento y a veces doloroso. Pero por otra parte se tiene la ventaja de que existen modelos, tanto antiguos como actuales, que se aproximan a este ideal difícil. Ellos nos animan a caminar, siguiendo penosamente pero con entusiasmo sus huellas. Si una universidad logra asegurar la excelencia de sus docentes, tiene asegurada, en buena proporción, su excelencia como institución de educación superior. 

Las actitudes fundamentales del buen docente es el de ser indagador; acercarse al ideal del docente auténtico, encontrando el valor de la estima en su condición de educador. Lo primero que se desea es que el docente aprecie su propia condición como una importante función social y asuma su ejercicio no por necesidad o porque no se puede hacer otra cosa, sino por vocación. Lamentablemente el ejercicio de esta profesión no goza de un alto status social y mucho menos de una adecuada remuneración económica en nuestro medio. Pero se la puede asumir como misión, ingrata y dura con frecuencia, pero que también tiene sus satisfacciones y realizaciones plenificantes. Estas no suelen ser inmediatas, sino que maduran con el correr de los años y se cosechan al ver que los esfuerzos realizados cuajan en nuevas generaciones de hombres y mujeres bien formados, líderes benéficos de la sociedad.

A todas estas, el buen docente universitario debe ser sincero, su aprecio por la juventud de hoy y por el estudiante ha de verse reflejada en  actos concreto Solamente sobre esta base se puede trabajar en la educación superior de la juventud. De este aprecio nace fácilmente el contacto directo y personal con los alumnos universitarios. El diálogo profesor-estudiante, alimenta el mutuo aprecio y respeto. 

Es valioso que el docente universitario, o multiplicador, tena la excelencia académica y la competencia profesional que materialice la aplicación del antiguo adagio latino: "Nemo dat quod non habet" (Ninguno puede dar lo que no tiene). Si se quiere trasmitir la ciencia, la cultura amplia, la especialización, uno como docente tiene que estar imbuido de ellas. El atractivo del prestigio personal permite influir positivamente sobre las personas de los universitarios y servir de modelo de identificación para los futuros profesionales. Esto implica en el docente el universo de su sólida formación profesional y abarca el amplio abanico de sus competencias culturales y psicológicas. • Educación permanente El docente debe actualizarse constantemente respecto de sus actitudes personales, de los contenidos de las materias que imparte y de los métodos pedagógicos que utiliza. Nuestra misión requiere una continua prontitud para renovarnos y adaptarnos. Y mas cuando el cambio es tan rápido. • Capacidad para comunicar el saber y los saberes No bastan los conocimientos ni el ser uno eminente en su profesión, o en las ciencias, o en las técnicas de su especialización. "El mundo no necesita buenas ideas, sino gente capaz de expresarlas" (James Keller). 

Todos podemos citar nombres de técnicos muy diestros, de excelentes profesionales, investigadores notables, verdaderos "pozos de ciencia", pero lamentablemente incapaces de hacerse entender por un grupo de universitarios, o de influir en la formación de su personalidad. Mucha ciencia, pero carencia para comunicarla. Tenemos que aprender o comunicar la ciencia y la técnica, si queremos ser docentes universitarios. Un buen profesor, moderno y actualizado, tiene que acumular aportes invaluables de la psicología y de las ciencias pedagógicas. 

Las funciones del buen docente está caracterizada por lograr desarrollar los capacidades intelectuales de sus estudiantes y formarlos científicamente. Para ello es importante una buena ejecución de los siguientes procesos educativos, donde destaca: Formar la inteligencia más que la memoria de sus estudiantes; el cultivo de la memoria sigue siendo útil y aun a veces indispensable para mantener a la mano muchas cosas que se necesitan para la vida práctica, para la investigación científica o el ejercicio profesional. Dentro de ciertos límites y con las debidas matizaciones, impuestas por la moderna psicología, conserva todavía algún valor el viejo adagio de Cicerón: "Memoria excolendo augetur" (la memoria se acrecienta con el ejercicio. 

Una memoria que jamás se ejercita difícilmente puede rendir frutos. Sin embargo, por el exceso de memorismo y enciclopedismo en que se cayó en anteriores épocas, hay que seguir teniendo cuidado de no caer de nuevo en lo que Paolo Freiré llamó "la educación bancaria". Es decir, en asumir la cabeza del alumno como si fuera una cuenta bancaria en la que el profesor deposita información, que exigirá o su debido tiempo en forma tal vez implacable, como puede exigir el dinero depositado en su cuenta corriente. 

No podemos, además, olvidar que, con las innovaciones tecnológicas en informática, nuestros alumnos tienen cada día más fácil acceso a bancos de datos y redes que les suministran casi todo el material de información que necesiten para sus tareas, análisis y trabajos de investigación. Hay menos necesidad de recargarles su propia memoria biológica. Hay que insistirles en que se metan ya a detectar y bajar información de los grandes "sites" del actual Word Wide Web, cada día más a su alcance. - Junto con los conocimientos, las informaciones y las técnicas (que siempre conservan su importancia), el buen profesor trata de formar el intelecto del estudiante. En otras palabras, busca la manera de fomentar la capacidad de raciocinio del estudiante, estimular sus capacidades críticas para juzgar los hechos, teorías, argumentos, doctrinas, personajes, sistemas. 

Todo esto se puede lograr sin necesidad de formar mentalidades escépticas o agnósticas, ni mucho menos personalidades cínicas, inclinadas a repetir con autosuficiencia aquella frase de Pilatos:"Y ¿qué es la verdad?". El buen docente fomenta en su alumno el espíritu investigativo, el hábito de la lectura, la capacidad de crítica sana, objetiva y madura; 1os hábitos de trabajo intelectual, la motivación para seguir estudiando y aprendiendo durante toda la vida, no por obtener una buena nota y aprobar un curso, sino para acrecentar los propios conocimientos, para ser una persona mas competente y por lo mismo más útil a 1a sociedad. Enrique Neira Fernández PERFIL DEL BUEN DOCENTE UNIVERSITARIO 4 Pero para formar estas cualidades en los universitarios, el profesor tiene que poseerlas; tiene que servir para ellos de modelo de identificación. George Harvey, entrenador de basquet de Brooklyn, dijo a sus jugadores que tenían que leer un libro cada semana si querían permanecer en el equipo. Uno de los jugadores afirmaba más tarde: "George hizo que muchos de nosotros fuéramos a la universidad". Ojalá que nosotros los profesores universitarios supiéramos estimular el ansia de leer, de aprender y de investigar, como lo hizo este sencillo entrenador de baloncesto. 

Facilitar el desarrollo de habilidades y destrezas No debemos caer en practicismos y utilitarismos. Pero nunca se insistirá debidamente en la importancia de la práctica, los trabajos de campo, los ejercicios y talleres, la aplicación de los conocimientos, ya desde los primeros semestres de universidad. 

En una palabra, la docencia y formación integral es un término que abarca muchos aspectos. Y señala un ideal casi inalcanzable. Incluye -entre otras dimensiones también importantes- la formación deportiva y en salud; psicológica, artística y cultural; intelectual y de carácter; social, ética, política; espiritual y religiosa... La docencia debe incluirse y moverse dentro de un marco más amplio y abarcador como es el de formación integral o educación superior. Por ello, las palabras "docente" o "profesor" resultan cortas o pobres para expresar toda la tarea que abarca el concepto de acción educativa. "Maestro", "formador, "educador" resultan conceptos más amplios, que trascienden la mera transmisión de conocimientos y la simple formación de destrezas, técnicas o habilidades. En cuanto docentes, en la universidad tenemos que asumir también las exigentes tareas de ser "formadores" y "educadores". 

El término latino " educere "significa "sacar de algo lo que está potencialmente contenido en ello". Educador es, así, "el que ayuda a crecer, a partir de lo que se tiene". En cada uno de nuestros estudiantes existen "en potencia" (en posibilidad de llevarse a realización) energías latentes, tesoros millonarios (más que el fuego, el agua, el átomo) que sólo esperan a alguien que los ponga en movimiento, los libere, los ayude a actuar. El poeta Becquer en una de sus famosas rimas  aludía al arpa olvidada y cubierta de polvo, en algún rincón oscuro del desván, arpa en la que duermen melodías de infinita belleza, en espera del artista que la haga estremecer ("Ay, pensé, cuántas veces el genio/ así duerme en el fondo del alma/ y una voz como Lázaro espera/ que le diga: Levántate y anda"). El buen docente -fuera de ser eminente en conducir el proceso de enseñanzaaprendizaje de su propia área- es el que contribuye también a formar la personalidad total del universitario en los aspectos intelectual, cultural, artístico, deportivo, ético y religioso; en los campos de la salud física y mental; en la maduración de la personalidad; en la actitud de servicio a la sociedad en la cual vivimos. Personalidad total que deberá caracterizar al egresado. Este compromiso del docente para ayudar a formar hombres capaces de hacer historia (Puebla N° 274), lo lleva a la practica destacando que el docente universitario debe obrar:  todo, por la integridad de su propia conducta y desempeño, que lo constituye en modelo de identificación para sus estudiantes;  prestar apoyo desde sus diferentes áreas disciplinares (matemáticas, disciplinas de la salud, diseño, economía, ingenierías, computación...); debe preste a la labor intencional de tipo humanístico, ético y social de las varias Facultades y Escuelas; y debe organizar actividades culturales, deportivas, recreativas, altruistas y de todo tipo (por fuera del sector académico), con miras a una mejor educación y formación integral de los universitarios.

(Nota del profesor Azócar: Las actividades sociales, muy comunes entre estudiantes de pre y postgrado, deben partir del principio del respeto, la generosidad y la hermandad. Son actividades para fortalecer los lazos humanos y de amistad).

Paulo Freire y la educación popular

Lectura complementaria: Fuente http://www.iiz-dvv.de/index.php?article_id=279&clang=3

Dibujo en tinta china, de Eduardo Azócar, 1991.


Breve referencia a Paulo Freire y su praxis 1

El educador brasileño nació en 1921 en Recife, en el nordeste brasilero, donde vivió una niñez y juventud signada por la premura económica y el contacto con campesinos, y trabajadores de esta región del país. Siendo estudiante de derecho, se casó con Elza, maestra de escuela quien lo acercó al trabajo educativo, en particular la enseñanza del portugués, actividad con la que costeaba sus estudios y colaboraba en el sostenimiento de su hogar.
A partir de su experiencia en el Movimiento de Cultura Popular, de sus estudios sobre el lenguaje popular y del análisis crítico de la educación brasilera de mediados del siglo XX, Freire creó un método de alfabetización que en la medida en que los iletrados aprendían a leer y escribir, iban dialogando sobre problemas de su realidad y buscando alternativas para transformarlos. La novedosa y efectiva propuesta fue conocida en 1963 por Darcy Ribeiro, ministro de educación, quien le pidió a Freire coordinar el Plan Nacional de Alfabetización.
En 1964, cuando se estaban formando los cientos de cuadros que pondrían en práctica la propuesta, vino el golpe militar y Freire llevado a prisión acusado de «subversivo internacional»; al salir de la cárcel se exilió primero en Bolivia y luego en Chile, donde sistematizaría su experiencia en los libros Educación como práctica de la libertad pedagogía del oprimido; en ellos desarrolla sus tesis sobre la conciencia dominada, lo opresivo de la educación, la concientización, el diálogo y el proceso de liberación.
En 1970, Freire iniciaba una segunda etapa de exilio en Europa, Estados Unidos y África.
En 1980 volvió al Brasil para «reaprender» su país; allí se desempeñó como profesor en las Universidades de Campinhas y Sao Paulo, participó en programas de formación de maestros, con educadores de la calle y en movimientos de educación popular que por ese entonces se desarrollan en su país y en América Latina; en la década de los 80 publica varios libros y concede numerosas entrevistas donde enfatiza la dimensión política de la educación.
«Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su... producción o construcción.»-Freire
En 1989 fue nombrado Secretario de Educación de Sâo Paulo, el Estado más poblado del Brasil. Durante su mandato realizó una importante tarea para llevar a la práctica sus ideas, revisar el programa de estudios bajo el lema de una escuela pública popular y democrática y mejorar los sueldos de los educadores brasileños. Como balance reflexivo de su experiencia en la construcción de una escuela pública popular y democrática, escribe el libro«Pedagogía de la ciudad».
A lo largo de los noventa, sin abandonar su práctica como educador e investigador en las Universidades de Sao Paulo y Recife, y de asesor en muchas experiencias concretas, Freire se dedica a sistematizar su trayectoria pedagógica en libros como, «pedagogía de la esperanza»(1992), «política y educación» (1993), «Cartas a Cristina» (1994) «cartas a quien pretende enseñar» (1994), «a la sombra de este mango» (1997) y «Pedagogía de la autonomía»(1998).
En 2 de mayo de 1997, después de conceder una entrevista a estudiantes de la Universidad de Sao Paulo donde ratifica sus convicciones pedagógicas, éticas y políticas, Paulo Freire muere. En el año 2001 su viuda publica el libro en que estaba trabajando al momento de su muerte: «Pedagogía de la indignación» (2001), en el cual hace una crítica radical al neoliberalismo y reafirma su postura:
«En cuanto presencia en la historia y en el mundo, lucho esperanzadamente por el sueño, por la utopía, en la perspectiva de un pedagogía crítica. »

El aporte de Freire a la pedagogía crítica

La amplia obra escrita de Freire y sus innumerables presentaciones públicas configuran un rico universo de reflexiones acerca de la educación, la pedagogía y la ética liberadoras. Así mismo, no hay que perder de vista que a lo largo de su periplo intelectual de casi medio siglo sus ideas sufrieron modificaciones. Sin embargo, esto no impide hacer lecturas de la obra del pedagogo brasilero en función de preguntas específicas; en este caso, pretendo hacer un balance de su aporte en la configuración de la educación popular.
Para Freire la educación debe servir para que los educadores y educandos «aprendan a leer la realidad para escribir su historia»; ello supone comprender críticamente su mundo y actuar para transformarlo en función de «inéditos viables»; en torno a dicha acción y reflexión y a través del diálogo, los educandos y los educadores se constituyen en sujetos. Con base en esta síntesis de sus planteamientos, en un primer momento desarrollaré las ideas básicas sobre cada una de estas cuatro dimensiones referidas: Educar es conocer críticamente la realidad; Educar es comprometerse con la utopía de transformar la realidad; Educar es formar sujetos de dicho cambio; y Educar es diálogo.

Educar es conocer críticamente la realidad; desde sus primeras experiencias y reflexiones, la educación es considerada como un acto de conocimiento, una toma de conciencia de la realidad, una lectura del mundo que precede a la lectura de la palabra. 2 En efecto, su método de alfabetización parte de la exigencia de una investigación por parte de los educadores de la realidad de los educandos y de la lectura que éstos hacen de la misma, expresada en el lenguaje. Ya en el proceso de alfabetización se parte de la apropiación problematizadora de la realidad y de la discusión de las lecturas«ingenuas» de los educadores y educandos; en el método Freire, a través del diálogo sobre problemas significativos los iletrados aprehenden críticamente su mundo, a la vez que aprenden a leer y escribir. En oposición a la concepción bancaria de la educación, para Freire el conocimiento de la realidad no es un acto individual ni meramente intelectual. Conocer el mundo es un proceso colectivo, práctico y que involucra diferentes formas de saber: la conciencia, el sentimiento, el deseo, la voluntad, el cuerpo. Toda práctica educativa debe reconocer lo que educandos y educadores saben sobre el tema y generar experiencias colectivas y dialógicas para que unos y otros construyan nuevos conocimientos. La famosa frase de Freire «Nadie lo conoce todo ni nadie lo desconoce todo; nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí mediados por el mundo»; debe leerse en este sentido constructivista («quien enseña, aprende y quien aprende, enseña») y no como un desconocimiento de la especificidad del papel activo que deben jugar los educadores.

Conocer el mundo no es una operación meramente intelectual; es un proceso articulado a la práctica y a todas las dimensiones humanas. El presupuesto no es tanto conocer o tomar conciencia del mundo para luego transformarlo, sino conocer el mundo desde y en la práctica transformadora, en la cual intervienen deseos, valores, voluntades, emociones, imaginación, intenciones y utopías.
Este proceso educativo de conocimiento del mundo nunca es definitivo; más bien siempre es inacabado, dado que el mundo no está dado, determinado, sino dándose, cambiando; también los sujetos, en el proceso de conocer y transformar el mundo, van cambiando ellos mismos y sus preguntas. Por ello, los productos del conocer no deben asumirse como verdades acabadas, inmodificables, sino susceptibles de perfeccionar, de discutir y cuestionar. Se requiere más una pedagogía de la pregunta y no una de la respuesta.
En un plano más práctico, la preocupación acerca de qué conocer está asociada directamente con los contenidos y las metodologías (qué conocer y cómo se conoce). Dichas preocupaciones, a su vez, están subordinadas a otras preguntas más fundamentales: para qué conocer, a favor de quién y para quién conocer; es decir a los propósitos de dicha práctica educativa. Responderlas, nos conduce a otra idea central del Freire: toda actividad educativa es intencional, por tanto, política.
Para Freire la educación nunca es neutra. Toda práctica educativa es política, así como la práctica política es educativa. Las prácticas educativas siempre son políticas porque involucran valores, proyectos, utopías que reproducen, legitiman, cuestionan o transforman las relaciones de poder prevalecientes en la sociedad; la educación nunca es neutral, está a favor de la dominación o de la emancipación. Por ello, Freire distingue entre prácticas educativas conservadoras y prácticas educativas progresistas:
«En cuanto en una práctica educativa conservadora se busca, al enseñar los contenidos, ocultar la razón de ser de un sinnúmero de problemas sociales; en una práctica educativa progresista se procura, al enseñar los contenidos, desocultar la razón de ser de aquellos problemas. Mientras la primera procura acomodar, adaptar a los educandos al mundo dado, la segunda busca inquietar a los educandos desafiándolos para que perciban que el mundo es un mundo dándose y que, por eso mismo, puede ser cambiado, transformado, reinventado.»(freire 95, Pedagogía de la ciudad)
La educación por sí misma no cambia el mundo, pero sin ella es imposible hacerlo. En consecuencia, el educador progresista debe tener un compromiso ético político por la construcción de un mundo más justo. El educador ve la historia como posibilidad; no debe perder su capacidad de indignación, no puede ser indiferente ni neutral frente a las injusticias, la opresión, la discriminación y la explotación; debe mantener y promover la esperanza en la posibilidad de superación del orden injusto, de imaginarse utopías realizables («el inédito viable»).
Por ello, para Freire, la realidad no es sólo el punto de partida de la educación sino también su punto de llegada. Si la realidad no está dada, sino dándose, la finalidad de la educación liberadora es contribuir a transformar en función de visiones de futuro que superen la existencia de opresores y oprimidos, de explotadores y explotados, de excluyentes y excluidos; es superar los obstáculos económicos, sociales, políticos y culturales que impide la realización de los educandos como seres humanos. Las prácticas educativas críticas, articuladas a praxis sociales transformadoras, hacen posible que la gente escriba su propia historia, es decir, sea capaz de superar las circunstancias y factores adversos que la condicionan. Según Freire la educación, tiene su razón de ser en el carácter inacabado de los seres humanos. Hombres y mujeres somos seres inacabados que si lo reconocemos, necesitamos de los demás para conocer y transformar el mundo a la vez que nos construimos como sujetos. El reconocer ese sentido de carencia, de necesidad de los otros para conocer, actuar y ser en el mundo, justifica la posibilidad de la educación, que no puede ser otra cosa que comunicación y diálogo.
Jornada: Paolo Freire nos provoca hoy.
De este modo, para Freire, el diálogo no es un mero recurso metodológico o una estrategia didáctica, sino que es la condición de posibilidad de constituirnos como sujetos; sólo a través de la conversación basada en una práctica compartida y en la apertura es que me reconozco como sujeto; no como sujeto dado, sino como sujeto en permanente construcción. Así, el diálogo asume un carácter antropológico y ético, en la medida en que nos hacemos seres humanos autónomos, con capacidad de incidir en la realidad, en la medida en que reconocemos, con otros, que el mundo es susceptible de modificar desde otros valores, sentidos y utopías.
Ahora bien, para Freire no puede haber búsqueda sin esperanza. Perder la esperanza es perder la posibilidad de constituirnos como sujetos, de transformar el mundo y por tanto de conocerlo. Por ello, plantea una «pedagogía de la esperanza» que supere la ideología del fatalismo, del conformismo, de la desilusión que el poder dominante quiere imponer a toda costa. Frente al «no hay nada que hacer», hay que anteponer el derecho a soñar que «otro mundo es posible», lema del Foro Social Mundial y de las luchas antiglobalización. En términos del propio Freire: 3
«En la medida en que nos hagamos capaces de transformar el mundo, de poner nombre a las cosas, de percibir, de entender, de decidir, de escoger, de valorar, nuestro movimiento en él mundo y en la historia envuelve, necesariamente, los sueños por cuya realización luchamos.»
Por ello, la pedagogía crítica debe contribuir a construir sueños, a reinventar utopías y a sembrar esperanzas de cambio. Freire, desde su palabra y su práctica fue testimonio de constructor creativo de ello y por eso logró incidir en miles de educadores desde la década de los sesenta hasta la actualidad. En torno a la discusión y puesta en acción de sus planteamientos surgió en América Latina una corriente educativa comprometida con los sueños, proyectos y movimientos de liberación social y cultural: la Educación Popular.
Freire retoma y radicaliza su planteamiento de que la educación no es neutra; que debe parte de una crítica profunda a la realidad de injusticia; que debe ponerse en función de utopías de cambio; que debe contribuir a la construcción de los sectores populares como sujetos de cambio; que para ello debe contribuir a la formación de una conciencia critica; y debe hacerlo a partir de metodologías dialógicas y democráticas.

4. Educación es diálogo

La educación popular retoma y potencia la pedagogía de Freire
Mientras iniciaba una segunda etapa de exilio en Europa, Estados Unidos y África, las ideas de Freire y su propuesta educativa eran acogidas con entusiasmo por parte de educadores y educadoras progresistas, religiosos y religiosas y activistas sociales, en un contexto de radicalización de las luchas sociales en América Latina. En efecto, la década que comenzaba se caracterizó por el fortalecimiento de los movimientos sindicales, campesinos, pobladores urbanos, artistas y educadores comprometidos, así como por el auge de partidos y movimientos de izquierda política; en la mayoría de los países del continente, fueron dándose golpes militares y estableciéndose regímenes autoritarios que buscaron terminar a sangre y fuego este auge del movimiento popular.
En ese contexto, la EP se fue configurando como una corriente educativa y pedagógica que acompañaba organizaciones, luchas y movimientos de resistencia y liberación. Con la influencia del marxismo y de otros críticos de la escuela capitalista como Bourdieu, Passeron, Illich y Vasconi, se radicalizaron los cuestionamientos al sistema escolar, se evidenció el carácter político de las prácticas educativas y se generaron propuestas pedagógicas alternativas.
Esta «politización de la educación» y «pedagogización de la política», dio origen al llamado discurso fundacional de la EP, cuyos rasgos distintivos (con las variaciones propias de los diferentes contextos nacionales), podemos sintetizar así: Lectura crítica de la realidad social, en particular de las injusticias generadas o acrecentadas por el sistema capitalista, y del papel reproductor del orden social que juega la el sistema escolar; Opción ético-política emancipadora, al identificarse con la construcción de una sociedad en la cual se superarían las injusticias e inequidades actuales, proyecto que se identificaba con el socialismo; Contribución a la constitución de los sectores populares como protagonistas de esta transformación social, a partir del fortalecimiento desde la educación, de su organizaciones y movimientos; Lo educativo como formación de una conciencia crítica en los educandos populares, entendida como toma de conciencia de la realidad injusta y de la necesidad de transformarla;  y la creación de metodologías de trabajo basadas en la construcción colectiva de conocimiento, el diálogo y la acción.
La identificación de estos rasgos comunes no significa que la EP sea una corriente homogénea; como toda construcción histórica asumió matices y énfasis en cada contexto nacional; así por ejemplo, bajo la dictadura militar, la EP en Chile asumió como bandera el restablecimiento de la democracia; en Centro América de los años ochenta, la EP estuvo asociada a los procesos insurreccionales y en Bolivia y Perú asumió la bandera de las luchas campesinas e indígenas. Así mismo, las particularidades históricas de cada contexto llevaron a que la EP inspirara prácticas en alfabetización, educación en derechos humanos, educación de género y educación intercultural. De este modo, la EP, más que un cuerpo doctrinal monolítico, se fue conformado como un campo pedagógico diferenciado de otras prácticas y corrientes pedagógicas.
Bajo estas ideas surgieron en América Latina infinidad de organizaciones culturales, centros de educación de adultos, comunidades eclesiales y círculos de alfabetización, así como de centros especializados en su promoción y apoyo a las experiencias de base. 5Algunas redes latinoamericanas como CELADEC y el Consejo de educación de adultos de América Latina (CEAAL), así como las revistas como Cultura Popular, Tarea, La Piragua y Aportes, contribuyeron a que circularan reflexiones, ideas, experiencias y aportes metodológicos a nivel continental.
«Soy profesor a favor... de la democracia contra la dictadura de derecha o de izquierda. soy profesor a favor de la lucha constante contra cualquier forma de discriminación, contra la dominación económica de los individuos o de las clases sociales. Soy profesor contra el orden capitalista vigente que inventó esta aberración; la miseria en la abundancia.» Freire
Al finalizar la década de los ochenta, la EP se había convertido en un movimiento educativo y en una corriente pedagógica crítica sostenida en la proliferación de redes y espacios de encuentro a nivel nacional y continental. Pero también empezaban a surgir cuestionamientos y nuevas ideas que proponían la necesidad de un replanteamiento de algunos presupuestos y planteamientos de la Educación Popular.


Desde fines de los ochenta y especialmente durante la primera mitad de los noventa, empezó a visibilizarse cierta insatisfacción con algunos de los presupuestos y contenidos del discurso «fundacional» de la EP; los cambios en el contexto político mundial y latinoamericano (caída del socialismo soviético, derrota sandinista, fin de los regímenes militares e inicio de procesos de democratización), así como el reconocimiento de límites en las propias prácticas educativas (activismo y falta de sistematización, descuido de lo pedagógico, cambio de los sujetos educativos, escasa discusión con nuevos paradigmas), llevaron a que algunos educadores insistieran en una necesaria y urgente «refundamentación» de la Ep.
En verdad, dicho replanteamiento de la Educación Popular ya había comenzado antes en varios países, de cara a las exigencias planteadas por los cambios en el contexto o la discusión de los aportes políticos y pedagógicos de algunos autores; fue el caso de la recepción en los ochenta de autores como Antonio Gramsci y la relectura de Paulo Freire, las cuales permitieron revalorar la cultura en la política y en la educación, al incorporarse en la discusión conceptos como el de hegemonía y diálogo de saberes. En todo caso, y a modo de síntesis, los principales desplazamientos que se dieron en la última década del siglo XX en cada uno de los núcleos discursivos del discurso fundacional fueron: A la lectura clasista de la sociedad latinoamericana y reproduccionista de la educación, se incorporaron otros aportes y conceptos como hegemonía, política cultural, movimientos sociales, sociedad civil, etc. y se empezó a reivindicar la escuela como espacio de innovación pedagógica: De un imaginario de poder identificado con el aparato estatal y de cambio político asimilado a la Revolución, se pasó al reconocimiento del poder como una relación presente en todos los espacios sociales y a reivindicar la democracia como modelo político deseable y viable para los países del continente; ello estuvo asociado a la reivindicación de lo cotidiano, de lo público, la búsqueda de incidencia en políticas públicas y educativas y la participación en gobiernos locales; De una concepción economicista y politizada de los sectores populares, a un reconocimiento de la pluralidad de actores que los constituyen y de su densidad histórica y cultural; de ese modo, categorías abstractas como clase trabajadora, pueblo o movimiento popular fueron adquiriendo rostro concreto como pobladores, mujeres y jóvenes populares; De un énfasis en el desarrollo de una conciencia crítica de clase, a una valoración de la subjetividad de los actores populares y la potenciación de todas las dimensiones que los constituyen como sujetos: cultura, cuerpo, emociones, valores, voluntad, pensamiento critico e imaginación creativa; y De la seguridad de sentirse en la posesión de un Método (la dialéctica), a la construcción abierta e incierta de propuestas pedagógicas basadas en el diálogo de saberes, la interculturalidad y la discusión con otras corrientes pedagógicas.
Estos cambios en la concepción política y pedagógica de la EP se expresaron en la redefinición de prioridades y énfasis de la práctica de muchos centros y redes de Educación Popular en América Latina a fines de los noventa y los primeros años de la actual década. De una estrecha relación con los movimientos y organizaciones populares, se pasó a la colaboración con nuevos los gobiernos nacionales o municipales que remplazaron los regímenes autoritarios; algunos educadores populares pasaron a asumir responsabilidades gubernamentales en materia social o educativa en sus países.
Por otra parte, en el contexto de reformas educativas impulsadas por los gobiernos que sucedieron a los regímenes militares o como resultado de procesos de democratización política, algunas ONG se especializaron en apoyo y asesoría a procesos de innovación curricular y didáctico en las escuelas y a la capacitación de maestros en ejercicio; otras a promover dicha democratización y la consecuente formación ciudadana, a incidir en la definición de políticas educativas e incidir en la política pública. Incluso, algunos educadores y ONG llegaron a plantear que en el nuevo contexto la educación popular ya no es vigente y que propuestas, como la de la educación ciudadana y en los derechos humanos, son más incluyentes.
Este entusiasmo en torno a los procesos de democratización en casi todos los países del continente se ha venido resquebrajado frente a la evidencia de las crecientes desigualdades e injusticias sociales que ha traído la implantación generalizada del modelo neoliberal.
Transcurridas dos décadas de la aplicación de las políticas de ajuste, los indicadores de desigualdad social se han disparado en todos los países, el desempleo y la informalidad pasaron a ser los rasgos predominantes del mundo laboral; el poder jubilarse o acceder a servicios de salud son un privilegio en vía de extinción, mientras que la pobreza y la indigencia alcanzan dos terceras partes de la población del continente.

Vigencia de Freire y la Educación Popular en los umbrales del siglo XXI

Frente a este deterioro de las condiciones de vida de la mayor parte de la población de América Latina o frente a viejas y nuevas formas de opresión y exclusión, desde la última década del siglo XX y en lo que va del XXI se han reactivado las más diversas expresiones de protesta. El continente se empieza a despertar con los movimientos indígenas y campesinos en países como Ecuador, Bolivia, Brasil, Colombia y México; en Argentina, los piqueteros, las asambleas barriales y la movilización de las clases medias y populares contra el sistema financiero, renuevan las esperanzas en torno a la acción colectiva. El Foro Social Mundial que se reúne en Porto Alegre desde el 2000, expresa y aglutina estos aires de cambio en torno a la consigna «Otro mundo es posible».
Este incremento y diversificación de estrategias de resistencia, de luchas sociales y emergencia de nuevos actores sociales, así como de reactivación de la izquierda social política a lo largo y ancho del continente, han planteado a la Educación Popular el desafío de reasumir su papel como pedagogía crítica y alternativa. Los movimientos y organizaciones sociales le demandan la formación de sus dirigentes y bases sociales, las iniciativas de economía solidaria y de desarrollo alternativo involucran lo educativo, los movimientos indígenas y campesinos, así como el trabajo con jóvenes, mujeres, con emigrantes y desplazados por la violencia exigen propuestas educativas acordes con sus especificidades, entre otras.

Notas

1 Quien desee profundizar encontrará en internet gran cantidad de biografías y escritos de y sobre Paulo Freire.
2 Freire, Paulo (1983). El acto de leer y el proceso de liberación. siglo xxi, méxico, pp. 51.
3 Freire, Paulo (2001). pedagogía de la indignación. Morata, Madrid, pp. 43.
4 Esta idea la he desarrollado en otros textos. Torres Alfonso (2000). «Ires y venires de la Educación popular en América Latina». En: La Piragua # 18 , CEAAL, México.
5 En Colombia, por ejemplo, CINEP, CEPECS, Servicio Colombiano, CEPALC, el IPC y Dimensión Educativa.

La universidad venezolana vs La universidad necesaria


Dibujo mixto de Eduardo Azócar, 1991.


-Reproduzco dos opiniones que en sí mismas son contradictorias acerca de la universidad venezolana; la Tarea es leerlas y fijar una posición que tome de ambas posturas aspectos que les parezcan resaltantes (un breve ensayo por equipo de tres cuartillas). La idea es ir asumiendo una postura que delimite la manera y forma de valorar la universidad venezolana desde las diversas posturas del pensamiento crítico. 

PRIMER APORTE DE RAFAEL PIÑA PÉREZ: http://www.opinionynoticias.com/opinioneducacion/7583-la-universidad-venezolana 


Dibujo en tinta china de Eduardo Azócar, 1992.

Por: Rafael Piña Pérez



La universidad venezolana data desde hace más de 200 años naciendo con la Universidad Pontificia en la época de la colonia hasta convertirse en Universidad Central de Venezuela después de la independencia. Unos años después es fundada la Universidad de los Andes, en 1891 es fundada La Universidad del Zulia que a los trece años de funcionamiento es cerrada por un zarpazo de la dictadura de Cipriano Castro en 1994 y no es hasta el de Octubre de 1946 cuando es reabierta por la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt, luego de las diligentes gestiones del ilustre zuliano Jesús Enrique Lossada.


Las demás universidades han sido creadas durante los 40 años tan vilipendiados por la revolución militarista, populista y despilfarradora que nos gobierna desde 1999. La autonomía universitaria establecida en 1958 por el gobierno de transición de la naciente democracia, se establece con rango constitucional en la constitución de 1999. La universidad es por excelencia una institución académica, científica, humanística y tecnológica, abierta a todas las corrientes del pensamiento como necesidad básica para la discusión y el enriquecimiento continuo del conocimiento.


Hoy nuestras universidades están siendo asediadas con presupuesto que prácticamente se mantiene reconducido en los últimos tres años, lo que implica una reducción en términos reales cercana al 90% de inflación acumulada en este lapso.


Las comunidades universitarias de las universidades nacionales enfrentaron recientemente una ley leonina que iba a destruir no solamente la autonomía sino también asumir el control político e ideológico y no para emancipar como lo han pretendido hacer creer otrora defensores de la autonomía universitaria, pero hoy hacen actuaciones para sepultarla. Unos cuantos estudiantes universitarios están en huelga de hambre, protestando por el cerco a l Universidad académica, científica, humanística, democrática y abierta.

Concluimos esta nota con un párrafo del discurso de orden que pronunciara el Dr. Jesús Enrique Lossada en el acto e reapertura de LUZ “Las universidades deben tener sus lumbres abiertas de par en par a todas las corrientes ideológicas…

Solamente habrá de impedir la entrada al dogmatismo, de cualquier índole que sea, porque dogmatismo es intransigencia, rigidez inadaptable a la movilidad real, faro de la investigación y de la crítica, barrera de la inteligencia”.

(Docente de la LUZ)



Dibujo mixto de Eduardo Azócar, 1991.





SEGUNDO APORTE DE RAMÓN E. AZÓCAR A.: http://www.aporrea.org/educacion/a167574.html



Por: Ramón E. Azócar A.



En una visión muy personal, Diego Pereyra, Profesor en Sociología, UBA, Instituto Gino German, expresó a mediados del 2012, refiriéndose a la realidad de la educación superior en Argentina, que tanto José Ingenieros como Alfredo Colmo, incursionaron el materialismo histórico para darle una interpretación económica a la historia en un tiempo que incluía el discurso marxista como alternativa para hacer de las universidades instituciones eficientes y con un alto sentido de proporcionalidad en cuanto a la gestión del talento humano se refiere.

La Economía Política en las universidades es una excusa espléndida para investigar el problema obrero a partir de la interpretación científica. El investigar y el debatir, es un tema que debe ser cotidianidad en los espacios de educación superior, sobre todo si esos espacios conjugan el deseo por moldear un Estado Socialista. Junto con los estudiantes es necesario crear fórmulas concretas de una educación que discuta la teoría de la sociedad desde la postura de Marx, viendo los fenómenos económicos desde un enfoque sociológico, científicamente comprobables y verificables, donde el marxismo analice la cuestión obrera, los problema de los conflictos sociales y el antagonismo económico entre las clases, valorando las doctrinas desde las obras originales, aplicando a la realidad una postura que oriente del movimiento socialista hacia una civilización de las contradicciones, principalmente en el terreno económico, que interprete la económica de la historia en el contexto de la modernidad, desde la capacidad del hombre por dominar la naturaleza hasta la revolución técnica como futuro de la humanidad. La universidad socialista reclama la necesidad de estudiar desde el marxismo la historia de las instituciones y las ideas del país. (¿Eso se está haciendo? Una pregunta para la reflexión.)

La obra de Marx no debe ser desconocida para los estudiantes de la nueva universidad venezolana. Por el contrario, muchos de ellos deberían expresar una abierta postura, crítica o a favor, del autor de El Capital. Un estudiante de la Universidad de Buenos Aires, llamado José Fierro, decía en una monografía de 1909: "... cuando el futuro economista o sociólogo trate de la gran transición de los presentes tiempos se sentirá impulsado a asignar a Carlos Marx, un lugar más preeminente que el que hasta ahora le ha sido concedido fuera de las estrechas filas de los mismos socialistas... su obra brillante y útil probablemente vivirá por su carácter crítico... Marx será durante mucho tiempo recordado como uno de aquellos exploradores que si no han logrado por sí mismos llegar a la meta, han conseguido sin embargo una nueva y fecunda senda en medio de la confusión del pensamiento y del progreso humano,... nos ha enseñado a investigar por debajo de la superficie... "

La universidad necesaria requiere un retorno a Marx, quien es el "sociólogo más profundo del siglo XIX", a su vez el "gran economista innovador y revolucionario". Marx presentó, en un lenguaje llano, sin mucho tecnicismo, la historia de la cuestión social desde la antigüedad clásica hasta el siglo XIX y un análisis del contexto social y cultural de avanzada, cuyo estudio influyó en la historia de las ideas sociales en Occidente, privilegiando en el caso del movimiento socialista latinoamericano, la atención en uno de los fenómenos sociológicos más interesantes de su época: el antagonismo social. La universidad necesaria debe, entonces, enfocar su mirada sobre el problema social y los modos de producción, llegando hasta lo más profundo de sus raíces y presentando opciones que vinculen a la universidad con la sociedad, sin la necesidad de contaminar el espíritu mágico de la solidaridad, la interdependencia, la justicia, la equidad, entre otros; la universidad necesaria debe construir espacios que enriquezcan la visión socialista de la América Latina integrada en razón del esfuerzo sostenible de quienes enarbolaron banderas de independencia y libertad en el siglo XXI, siendo uno de esos precursores el presidente Hugo Chávez.

En el mes de febrero del 2013, en el diario El Nacional (Caracas-Venezuela), la periodista Ariana Guevara, entrevistando a Jesús González, quien en el 2011, asumió el Rectorado de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada, UNEFA, alcanza tomar de sus declaraciones un aspecto que considero vital y describe, abiertamente, la universidad necesaria; a la pregunta ¿Qué cree que debe tener una universidad para que sea de calidad? Contesta el Rector: “…La universidad debe estar preparada para formar a los profesionales con la convicción que tenemos nosotros. Un profesional de calidad debe tener excelencia académica, formación en defensa y seguridad de la nación, y conocimiento de la doctrina bolivariana. También es indispensable el humanismo, que los egresados tengan una conciencia social. Igualmente debe haber una visión más allá de las fronteras…”

La intención de la universidad necesaria, en materia de ideología, en general, y universitaria, en particular, queda acotada en dar respuesta a los problemas generales que aún están en mora: la reorganización de la enseñanza, la restauración de la autonomía universitaria y la necesidad de elevar la cultura de la población y jerarquizar la función docente. La universidad necesaria tiene como objetivo fundamental recuperar para la ciencia y la cultura los valores morales e intelectuales que son el atributo más preciado de las universidades y que han de estar al servicio de la sociedad.

Por encima de todo, interesa salvar la cultura del país, la unidad del espíritu de independencia y el cumplimiento de los ideales revolucionarios. No es de extrañar a nadie que una revolución libertadora afronte la libertad de la inteligencia como una de sus máximas consignas, porque una universidad libre se inscribe dentro del espiritualismo y culturalismo pedagógicos, concepciones que remite a dos aspectos diferentes pero profundamente relacionados: por una parte, el discurso oficial, que asume una posición jerárquica y estratificada respecto a la cultura y, por otra, esa estratificación define la posición de la universidad en el conjunto de las instituciones sociales. No somos ajenos a la rigidez del sistema, pero esa rigidez debe estar a nuestro servicio no al de grupos o sectores dominantes. El colectivo organizado es quien orienta el destino de la universidad que necesitamos.


(Docente de la UNELLEZ)







Obra Mixta (acrílico-tinta china), de Eduardo Azócar, 1992.